Una noche estrellada pero muy fría, Carlos se preguntaba: Por qué tiene que ser así? Se hacía la misma pregunta una y otra vez, sentado en la acera, frente a su casa, pero por más que intentaba no hallaba la respuesta a tan incómoda situación.
Mirando las estrellas levantó su rostro hacia el cielo como quien busca respuesta en él, de pronto recordó lo que había pasado cuando iba de camino a casa.
Un hombre de no muy avanzada edad, junto a otro sumamente joven fueron a su encuentro diciéndole que mostrara sus documentos, él los mostró todos, pero los hombres de gris parecieron no estar muy convencidos, por lo que le pidieron que baje del auto y sin darle una explicación de lo que estaba pasando, lo revisaron de arriba abajo, dentro de los bolsillos traseros del pantalón encontraron 3,000 pesos, de inmediato comenzaron a amenazarlo, le dijeron que si no quería una multa o que lo detuvieran, debía darles todo el dinero.
Carlos solo respiraba profundo, con los ojos humedecidos porque sabía que ese dinero era para comprarle unas medicinas a su madre que estaba muy enferma y las necesitaba urgente, de hecho venía de casa de un amigo quien le había prestado el dinero después de mucho insistir.
Carlos sintió mucha rabia e impotencia, pero tuvo que ceder a las amenazas de aquellos sujetos, pues si estaba detenido su madre no tendría quien consiguiera nuevamente el dinero, pero si estaba libre podía conseguirlo después.
Cuando tuvieron el dinero los policías se marcharon riendo, mientras que Carlos lloraba desolado, llegó a su casa sin medicinas para su madre y sin dinero, estaba desesperado, encontró a su madre dormida le dio un beso en la frente y luego salió a tomar un poco de aire fresco.
Lo que Carlos no sabía es que esos policías también tenían una familia a la cual mantener y como el sueldo que le pagaba el estado era mísero e insignificante, pues ellos hacían sus denominadas PICADAS, debían conseguir dinero a como diera lugar para satisfacer sus necesidades y las de su familia, por lo que abusaban de su poder sin importar a quien se llevaban por delante.
Carlos muy ajeno a la situación siguió mirando el cielo, cuando de repente escuchó unos gritos y una voz que lo llamaba desesperadamente, era su vecina, la madre de Carlos había fallecido, pues necesitaba sus medicinas esa misma noche, ya que estaba muy grave.
Texto: Silvia Vicente.
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