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sábado, 7 de mayo de 2016

Un cargo inmerecido

Teresa frívola y materialista, su familia nunca vio bien su ambición, pero a ella poco le importaba lo que dijeran los demás, desde que era una chiquilla se paraba frente al televisor y con un dedo sobre la mejilla pensaba: Algún día tengo que dominar el mundo, debo ganar mucho dinero.

Con el paso de los años, Teresa comenzó a juntarse con políticos de todas partes del mundo, al instante empezó a adoptar conductas similares a las de ellos, por ejemplo, hacía promesas a las personas y nunca cumplía lo que prometía.

Teresa consiguió un cargo muy importante en una empresa de renombre, gracias a los votos de personas que habían sido engañados por ella y sus secuaces, mientras ellos sufrían la más terrible de las miserias, Teresa quien tenía ya mucho dinero, ocupaba un cargo al que muchas mujeres aspiraban, las cuáles estaban preparadas para el mismo.




Teresa no hacía más que sentarse en un sillón con las manos en la nuca y los pies sobre la mesa, no sabía nada de las tareas que había que cumplir en una empresa y poco le importaba, los manuales que adquirió para aprender a desempeñarse dentro de la organización estaban llenos de polvo y los que no, los quemó en su enorme chimenea.

Teresa tenía suficiente dinero como para comprarse el auto del año, usar ropas de marcas muy caras, ir de compras cuando quisiera, asistir a fiestas lujosas, etc.


En las oscuras calles de la desolación moría Magda, una anciana de 89 años de edad, había dedicado su vida a la política, pero jamás fue compensada, solo le hacian promesas falsas, hoy moria de hambre y sin nadie a su lado, de pronto pasó por allí una señorita muy elegante y fina, Magda le gritó que la ayudara, pero ella iba tan entretenido en su cabello que nisiquiera se percató que aquella señora que le pedía ayuda era su madre, a la que había descuidado por tanto tiempo, solo porque nunca estuvo de acuerdo con su ambición desmedida.

Teresa no pensaba cambiar ni en sus más absurdos sueños, era felíz con la descarada vida que llevaba, a menudo decía que estaba orgullosa de ser una gran POLÍTICA.


Texto: Silvia Vicente.

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